Capítulo 18

El día había llegado a Metrópolis, y Lois no fue a trabajar. Ella necesitaba ver a Clark, no podía dejar de pensar en su cuerpo ensangrentado, herido con dos balas, lo había oído gritar, sufrir y ella también sentía el dolor que él estaba teniendo. Ahora él estaba fuera de peligro, pero ella no podía imaginar su vida sin él. Estos pensamientos llevaron a Lois hasta la puerta del apartamento de Clark. “Lois, querida, pasa” dijo Martha al verla. Lois entró y nada más cerrar la puerta abrazó a la madre de Clark. “¿Cómo está, Martha?” dijo Lois con voz muy baja. “Vamos, yo te llevo con él” contestó Martha mientras la cogía de la mano y la dirigía a la habitación de Clark. Después, Martha volvió al salón y Lois se giró hacia la cama. Allí, Clark estaba tumbado jugando con una taza de té. “Clark” susurró ella. Él la miró “Lois” intentó levantarse pero le dolía todo el cuerpo. “No hagas esfuerzos. ¿Cómo estás?” dijo Lois sentándose en una silla al lado de la cama. “Estoy muy débil todavía, pero las heridas ya están curadas” dijo él incorporándose poco a poco hasta quedar sentado en la cama. “Todavía tienes esa venda puesta donde, donde te dispararon” titubeó ella nerviosa mirando para abajo. “No pienses más en eso, estoy aquí, estoy bien” ella cogió la mano de Clark y la acarició suavemente, después miró el pecho desnudo de Clark y vio otra venda alrededor de las costillas. “Ojala hubiese estado contigo en ese horrible lugar” dijo ella mientras caían lágrimas por su mejilla. “Tú no podías ver eso, hubieras sufrido mucho” dijo limpiando con su pulgar las lágrimas. “Te aseguro que he sufrido mucho más sin saber cómo estabas” contestó Lois. Clark sonrió y miró sus manos unidas “Luthor es muy afortunado” dijo él. “¿Por qué?” preguntó ella. “Por tenerte, por ser amado por alguien como tú” dijo él con resignación y acariciando suavemente la mano de Lois sin levantar la vista. “Clark, yo, yo no puedo amar a Lex cuando ya hay alguien que está dentro de mi corazón, alguien al que amo, alguien que sin él no podría vivir” dijo ella susurrando. “Superman, lo sé” comenzó él a decir. “No, Clark, no. Cuando tú estabas allí aguantando los golpes de esos hombres sin piedad, sin saber si sobrevivirías, yo sentía tu dolor, tu sufrimiento. En ese momento yo no podía imaginar qué sería de mí si te perdía, si morías mi vida no tendría sentido. Ese alguien al que amo ha entrado en mi corazón muy poco a poco, tan silencioso y prudente que ni siquiera yo me he dado cuenta hasta ahora. Siempre he puesto un escudo a mi corazón contra invasores, pero tú has superado ese escudo, tú has entrado en mi corazón. Ahora que estás dentro, no quiero que salgas, yo también deseo estar en tu corazón” dijo ella muy despacio y suave. Los dos se miraban fijamente y ella acariciaba la mejilla de Clark. “Di… dices que, que…” tartamudeó él. “Digo que te quiero, Clark, te quiero” dijo Lois. Clark no sabía si reír o llorar de la emoción. Eso con lo que llevaba mucho tiempo soñando se había cumplido. Lois se acercó a la mejilla de Clark y le dio pequeños besos suaves y con amor. Ella recorría con sus labios la oreja, la mejilla y el principio del cuello del Clark mientras le susurraba las palabras que él siempre deseó oír. “Clark recuérdame qué es amar, enséñame cómo se ama. Bésame Clark” ella se separó un poco y lo miró a los ojos que brillaban de felicidad. Los dos se iban acercando lentamente entreabriendo sus labios, Clark levantó sus manos a la cara de Lois mientras que ella puso sus manos en el cuello de Clark. Por fin ellos cerraron la distancia que les separaba. Ella saboreaba el labio inferior de Clark mientras que él besaba el labio superior de Lois. Los dos temblaron al sentir ese placer que los invadía por todo el cuerpo. Los dos saborearon aquel momento tan especial, temiendo que en cualquier momento despertaran de ese sueño. El primer beso fue lento, tímido pero a la vez con amor y pasión, sentían la humedad de los labios del otro mientras el tiempo se paraba en ese preciso momento para los dos.